viernes, 14 de agosto de 2009

La Expedición de Franklin

Franklin
John Franklin nació en 1786 en Lincolnshire. Era uno de los 12 hijos (¡si señor!) de una familia acomodada de burgueses dedicados al comercio y a la religión. Una de sus hermanas fue madre de Emily Tennyson, esposa del poeta de temas mitológicos Lord Alfred Tennyson .

A pesar de la oposición de su padre (como siempre), Franklin estaba decidido a hacer carrera en la marina. A los 14 años consiguió alistarse en la Royal Navy, formando parte de la tripulación del HMS Polyphemus y en 1805 con 19 años participó en la Batalla de Trafalgar a bordo del HMS Bellerophon, pero no mató a nadie, sólo mandaba mensajes (era cabo de señales). En 1815 participaría en la Batalla de Nueva Orleans (en una guerra que perdió Reino Unido).

El primer viaje de Franklin al ártico fue en 1818, como teniente a las órdenes de John Ross. Estos territorios le fascinaron. Entre 1819-1822, dirigió varias expediciones por territorios del noroeste de Canadá. Franklin perdió 11 de los 20 miembros (no había miembras), la mayoría murió de hambre, aunque hubo al menos un asesinato y se sospechó de algún caso de canibalismo (en casi todas las expediciones inglesas a Canada hay algún caso de canibalismo). Los supervivientes llegaron a comerse sus propias botas de cuero (como Chaplin en la Quimera del Oro, pero los hombres de Orellana lo hicieron mejor al comerse sus cinturones de cuero). Franklin se ganó el apodo de «el hombre que se comió sus botas».

A su regreso a Inglaterra, en 1823, Franklin se casó con la poetisa Eleanor Porden. Ella moriría de tuberculosis en 1825. Es posible que Franklin también padeciera esta enfermedad.

En 1828 el rey Jorge IV el loco le nombró Lord. El mismo año se casó con la rica y bella heredera Jane Griffin. Franklin fue nombrado Gobernador del presidio de Tasmania en 1836 pero fue retirado del cargo en 1843.

Franklin seguía obsesionado por encontrar el Paso del Noroeste (¿y quién no? pero...¿cómo sabía que había un paso del Noroeste? ¿por què el gobierno británico recompensaba desde 1817 al primero que encontrara el paso?). Convenció al Almirantazgo británico y partió en mayo de 1845 con 128? 129? 135? hombres en dos barcos, el HMS Erebus y el HMS Terror (bonitos nombres). Nunca regresarían vivos. Debo añadir que durante la referida guerra de 1812 contra las ex-colonias, el HMS Terror participó en el bombardeo de Stonnington, Conneticut, que inspiró el famoso poema de Francis Scott Key "The Star-Spangled Banner", posteriormente himno de los EE.UU.

En una nota encontrada en el Ártico se detalla la posición e intenciones de los supervivientes de la expedición de Franklin. La desaparición de la expedición de Franklin motivó una actividad frenética en el ártico. Lady Franklin costeó varias partidas de búsqueda. La situación llegó al punto de tener diez barcos británicos y dos estadounidenses dirigiéndose al ártico. La chapuza fue tal que se perdieron muchas más vidas en la búsqueda de Franklin que las que supuestamente se iban a salvar, posiblemente porque su auténtico objetivo público era encontrar a Franklin, muchas de estas expediciones buscaban en realidad el Polo Norte... posiblemente lo encontraron cincuenta años antes de Peary.

Las baladas contando el destino de Franklin se volvieron bastante populares. Lady Franklin compuso la elegía Lord Franklin en recuerdo a su marido.

En el verano de 1850, varios navíos que buscaban la expedición de Fraklin en la isla Beechey, en el canal de Wellington, encontraron los primeros rastros de la expedición desaparecida: las tumbas de tres hombres que habían muerto por causas naturales en 1846.

En 1854 el explorador John Rae descubrió más evidencias del destino corrido por la expedición de Franklin. En realidad Rae no estaba buscando a Franklin, sino que estaba explorando la península de Boothia para la Hudson Bay Company. Durante su viaje, Rae encontró un inuit quien le habló de un grupo de 35 o 40 hombres blancos que habían muerto de hambre cerca de la desembocadura del río Back. El inuit le mostró varios objetos que fueron identificados como pertenencias de Franklin y sus hombres, así como cuchillos hechos con trozos de acero de los barcos abandonados por Franklin.

Lady Franklin encargó una última expedición bajo el mando de Francis Leopold McClintock con el objetivo de investigar los informes de Rae. En el verano de 1859, la partida de McClintock encontró un documento en un mojón de piedras levantado en la primera expedición de James Clark Ross unos años antes en la Isla del rey Guillermo. Dicho documento había sido escrito en dos fechas diferentes: la primera en mayo de 1847, redactada por el teniente Gore, se describía la ruta de la expedición hasta ese momento y lo raro es que decía que todo iba bien; la segunda y posterior, de 25 de abril de 1848, firmada James Fitzjames y Francis Crozier, capitanes del HMS Erebus y el HMS Terror respectivamente, explicaba la tragedia que estaba aconteciendo a la expedición, datando la muerte de Franklin el 11 de junio de 1847, señalando que los barcos habían quedado atrapados en el hielo desde el 12 de septiembre de 1846, y que hasta esa fecha 9 oficiales y quince hombres habían muerto y los supervivientes habían abandonado los barcos el 22 de abril para dirigirse al sur e intentar alcanzar el río Back. McClintock también encontró varios cuerpos y una increíble cantidad de equipo abandonado, incluyendo cosas muy útiles para sobrevivir como chocolate, te y restos de una cubertería de plata...

Existen muchas teorías acerca de lo que les sucedió a Franklin y los suyos, algunas verdaderamente novelables. Se ha tomado en serio la hipótesis de que la expedición falleciera por un envenenamiento por plomo de la comida enlatada. Sabemos que un ser humano normal puede subsistir durante más de dos años con una dieta a base de pizzas o hamburguesas, pero no a base de comida enlatada... sobre todo si ésta está sellada con plomo... o que las verduras enlatadas caduquen y los hambrientos cojan botulismo. En los esqueletos y en restos de tejidos blandos de los exploradores se encontraron restos de plomo. El problema es que a algunos esqueletos les habían comido la carne a dentelladas y les habían agujereado la cabeza para sorberles los sesos y el canibalismo es raro que lo produzca la intoxicación por plomo. También pudieron sufrir el escorbuto, por déficit de vitamina C. También se los pudieron comer los Inuit, al no tener suficientes baratijas con las cuales pactar con algún jefe tribal. O a lo mejor una banda de seres peludos nazis de las montañas de Hiperbórea, que custodian la entrada a su reino secreto, se los comieron. O simplemente se comieron unos porque se cansaron del chocolate. Sabemos que el catolicismo consiente el canibalismo si te estrellas con un avión en los Alpes, pero el obispo anglicano de Canterbury o la reina de Inglaterra no se pronuncian sobre este supuesto para los marineros perdidos.