jueves, 4 de marzo de 2010

La Santa Lanza II



La lanza de santa Helena:

 Santa Helena, la madre de Constantino, prefirió conservar el patrimonio de Jerusalén y se dedicó a construir capillas y museos en la ciudad. Por eso, desde el siglo IV es venerada Jerusalén, en la capilla del santo Sepulcro, la Lanza que supuestamente perforó el cuerpo de Jesucristo. Aquí se la encontraron viajeros ilustres como la monja Egeria (the Spanish Nun) y el peregrino Antonio de Plasencia (alrededor del año 570) que no tiene nada que ver con San Antonino de Piacenza, patrón de la ciudad y cuyo cuerpo se conserva en la basílica correspondiente (la tradición dice que era un amigo de San Mauricio en la Legión de mártires Tebana, a quien después convirtieron en santo y le construyeron una catedral en la Plasencia italiana, la primera iglesia es de alrededor del 340). La existencia de la lanza y de una copa de ónice también es descrita por Casiodoro (que jamas estuvo en Jerusalen) y por Gregorio de Tours (que tampoco) pero que se consideran fuentes serias.

La otra lanza, la de Constantino, presumible mente seguiría en Constantinopla, eso si no se la regalaron a Atila el huno para sobornarlo, o al rey Alarico, para que no hiciera el botellon en Roma. El caso es que no se vuelve a identificar, aunque hay una docena larga de objetos desde Jerusalen hasta Finisterre que también quieren ser la lanza sagrada.

En el año 615, Jerusalén fue tomada por el rey persa sasanida Cosroes II . Las sagradas reliquias de la Pasión cayeron en manos de paganos y, según el "Chronicon Paschale", la punta de la Lanza se rompió. El general Nicetas (de la misma familia que el emperador Heraclio) rescató la punta y consiguió llevarla a Constantinopla y la depositó en la iglesia de Santa Sofía. Esta punta de la Lanza fue colocada en un icono y fue regalada durante las Cruzadas (en 1244) por Balduino II del Imperio Latino al rey San Luis IX de Francia en época de la VII Cruzada, quien la engarzó con la Corona de Espinas de la Sainte Chapelle de París. Durante la Revolución Francesa las reliquias fueron trasladadas a la Biblioteca Nacional de París y, aunque la corona se ha preservado hasta nuestros días, la otra reliquia ha desaparecido...

En el año 635, el emperador bizantino Heraclio consigue reconquistar Jerusalen. Parece que la parte más grande de la Lanza continuaba en su sitio cuando alrededor del año 670, un peregrino llamado Arculpus la vio en Jerusalén. Después de esta fecha, ya no existen más datos acerca de la Lanza en Jerusalen. Los hermanos sajones San Willibaldo y San Winibaldo (hijos de Santa Walpurgis) en su peregrinaje a Tierra Santa en 715, no la mencionan. Aparentemente fue trasladada a Constantinopla, antes de la invasión islamica del siglo VII.

Sir Juan Mandeville, autor del Libro de las Maravillas del Mundo (hacia 1354), cuya credibilidad es bastante dudosa entre otras cosas por afirmar que la Tierra es redonda en plena época de la Peste Negra, afirma que había visto la hoja de la Santa Lanza en París y en Constantinopla y que la última era mucho más grande que la primera.

En el Anno Domini 1453, los Turcos conquistan Constantinopla. Después de la caída de la ciudad, el sultán Mehmed II tomó el título de Emperador de Roma (un detalle que, curiosamente, suelen obviar los libros de historia). Tenía bastantes motivos para considerarse todo un señor emperador. Bizancio (llamada hoy Estambul), pertenecía al sucesor del Imperio Romano de Oriente y Mehmed era descendiente de un linaje emparentado con la Familia Imperial Bizantina. Su bisabuelo Bayaceto I el Rayo (tenía el mismo apodo que Ptolomeo Cerauno) se había proclamado Sultán de los Romanos desde el momento en el que, durante la Batalla del Campo de Mirlos, la promera batalla de Kosovo, un caballero serbio llamado Milos Oblic le hizo el favor de acabar con las penas de su padre Murad I mediante el método de la eutanasia activa por sable. El turco ya pensaba entonces en fagocitar el decadente Imperio Romano. Podría tratarse de una confusión fonética, pues ya existía un Sultanato Rum unos siglos antes en Anatolia, de donde procedían los Selyúcidas. Da igual.
-->
Milos Oblic en faena. El casco no tiene precio.
El fallecido Murad era tatarabuelo de Mehmed II, e hijo del Bey Otomano, Orhan I Gazi que había contraído nupcias (es un decir) con Teodora (hija de Juan VI Cantacuzeno, emperador bizantino usurpador), con Nilüfer Hatum (hija del gobernador bizantino de Bilecik o puede que de un príncipe bizantino de la provincia de Bursa), con Asporsha (hija del emperador Andronico II Paleólogo) y aún con otra Teodora de la familia imperial. Salvo los inevitables casos de cuernos de las realezas, Mehmed II el Conquistador, posiblemente tenía sangre de emperadores bizantinos. Parece que nadie de ha tomado la caída de Constantinopla como un conflicto familiar (ni siquiera Steven Runciman). Pero si los sultanes turcos eran emperadores romanos, el fantasma del imperio de Oriente sobrevivió hasta el siglo XX, como el Sacro Imperio Romano Otomano...

Medalla de Mehmed II, la leyenda escrita en latín, por el reverso, aparece una alegoría de la victoria y posiblemente, el dios Marte en un carro
La Lanza Sagrada de Constantinopla cayó en el s XV en manos de los turcos infieles (curioso punto de vista: eran fieles pero a otra religión).

Hacia 1492, mandaba en Estambul el hijo de Mehmed II llamado Bayaceto II. El pobre tuvo problemas para conservar su poder durante toda su vida, primero a causa de su hermano (o hermanastro) llamado Cem y luego con los crápulas de sus hijos. Cem, llamado en las fuentes cristianas Zizim, reclamaba el trono y contaba con la ayuda de los Caballeros de la Orden de San Juan de Rodas, posteriormente Orden de Malta. Pero:

  1. los Caballeros obedecía al Papa de Roma
  2. el Papa estaba hasta la tiara del sultán de Estambul (pero le convenía llevarse bien con él)
  3. el Sultán estaba hasta el turbante de su hermano

Por estos motivos, Cem fue encerrado en una sucia prisión napolitana en la que falleció en extrañas circunstancias. Agradecido, el Sultán Bayaceto envió a Inocencio VIII unas reliquias entre las cuales se encontraba la Santa Lanza conservada en Constantinopla, que era el pedazo grande de la lanza de Santa Elena, pues la punta seguía estando en París. Desde entonces, esta reliquia nunca abandonó Roma, pero no se puede ver, al conservarla dentro de una columna en el altar de San Pedro.

Los bolandistas belgas del s. XVII y XVIII creyeron que la Lanza de Antioquia, encontrada en las Cruzadas en 1098 cayó en manos de los Turcos y fue ésta la enviada por Bayaceto a Inocencio. Pero creemos hoy en día que ésta es la punta de lanza conservada en Etschmiadzin, sede del Patriarcado Armenio (y por cierto, no tiene forma de lanza).


La lanza de Nuremberg:

La cosa seria coherente sino fuera porque en el año 800 aparece una nueva lanza durante la ceremonia de coronación del emperador Carlomagno en Aquisgran por parte del Papa Leon III. Hay quien dice que la lanza era una herencia familiar de Carlos Martel, quien la utilizó en la batalla de Poitiers de 732. En principio solamente se asocia la lanza a San Mauricio, pero enseguida empieza a circular el rumor que era aquella lanza de Constantino realizada con un clavo de la cruz y que Alarico el godo y Atila el huno querían para su colección. Este Carlomagno en realidad era un analfabeto de pocas luces, con una media en selectividad un poco superior a la de los reyes de su época (aunque no quería que su pueblo también lo fuera: Sacre Charlemagne, France Gall, 1964). Así, al Papa no le costó convencerlo de que la lanza era auténtica y que además, volvería a su portador invencible, siempre y cuando no la dejara caer (o no se la olvidara en casa, como le ocurrió en Roncesvalles, como dice Eslava Galan). El caso es que al rey barbitas se le cayó un mal día del año 814 mientras cruzaba un río y la palmó.

Los sucesores de Carlomagno acaban dividiendo su reino en un montón de estados. La lanza comienza a cambiar de unas manos a otras hasta que llega a Rodolfo I de Borgoña (bueno, de un trozo de Borgoña) se la entrega a Enrique I el Pajarero (y no era ornitólogo) de la dinastía Sajona, rey de de la Francia Oriental (otro trozo del Imperio Carolíngeo) a cambio del cantón suizo de Bahl donde luego se establecería la ciudad de Basilea (un buen negocio para el burgundio). La historia es muy bonita, pero me temo (¡Ay!) que la lanza de Constantino, de Carlos Martel, de Carlomagno y de Enrique, eran armas distintas.

El hijo del Pajarero, Otón I (912–973) utilizó el poder de su lanza en la batalla de Beergen (939). En el año 1000 Otón III, nieto del Pajarero, le regaló a Boleslav I el Bravo de Polonia una réplica de la Lanza en el Congreso de Gniezno. Esta réplica aún se conserva en la catedral de Cracovia. Otra copia fue entregada a San Esteban I de Hungria, pero, desgraciadamente, desapareció.

A partir de entonces, la lanza estaría ligada a los Emperadores del Sacro Imperio. En 1084 Enrique IV que era de la dinastía Salia que sucedió a la Sajona, le agregó una banda de oro y plata con la inscripción «Clavus Domini» («El clavo del Señor»). Esto quiere decir que los tipos pensaban que esta era la lanza de Constantino el Grande que encerraba como reliquia un clavo usado para la crucifixión que llevó a Constantinopla su madre Santa Elena (es fácil perderse). En 1189, Federico I Barnarroja se dirigía a la III Cruzada para pelear con Saladino de Egipto en duelo singular. Mientras atravesaba el río Saleph (hoy Goksu, en Turquía) dejó caer la lanza y le pasó lo mismito que a Carlomagno, cayó fulminado (y además hicieron una auténtica escabechina con sus restos, después de intentar conservarlos en vinagre).
A partir de 1273 se institucionalizó el uso de la lanza en la ceremonia de coronación de los Emperadores Romanos Germanos.

Alrededor de 1350 Carlos IV mandó ponerle una banda de oro sobre la de plata con una inscripción que dice «Lancea et Clavus Domini» («La lanza y el clavo del Señor»). Inocencio VI ("De montibus Pammachii") la declara "venerable" como "lanza de la pasión" (y eso que sabía que la "auténtica" la tenían los ortodoxos en Constantinopla).



En la foto aparecen tres lanzas:
1)desnuda
2)con el recubrimiento de plata y ribete dorado
3) con el recubrimiento de oro.
Si esto hicieron con la lanza, qué no harían con el grial... me recuerda al sarcófago de Tutankamon.

En 1424 el Emperador Segismundo del Sacro Imperio Romano decidió guardar la lanza con todos sus adornos y con todas las reliquias que iba coleccionando en su natal Núremberg (donde por cierto, quería dejarlas Federico II Hohenstaufen, el rey más culto de toda la Edad Media) y decretó que ahí se guardara por siempre. A esta colección se le conoce hoy como Reichskleinodien o la Regalía Imperial.

La lanza de Etschmiadzin:

Lanza de Etschmiadzin (no tiene forma de lanza)

Sólo un lío más. En 1095, el emperador bizantino, escribió una carta al Papa Urbano II rogándole ayuda militar contra los turcos selyucidas. En el Concilio de Clermont (1095) se proclamó el Dieu le Veult! (Dios lo quiere!). Así comenzó la I Cruzada. En 1098 el cruzado analfabeto Pedro Bartolomé tuvo una visión en la que San Andrés le decía que La Lanza Sagrada estaba enterrada bajo la Catedral de San Pedro de Antioquía. Como los cruzados son unos pringaos, comenzaron a excavar en la catedral y una lanza de hierro fue descubierta. Esto se consideró un milagro y les dio ánimos para derrotar al ejército musulmán y así conquistaron y se fundó el reino de Antioquía.

Resumen. Acabando la Edad Moderna tenemos 5 lanzas "autenticas":
- el pedazo grande de la lanza de Santa Helena, en el Vaticano, en Roma
- la punta de la anterior en Sainte Chapelle de París (presumiblemente)
- la lanza de los emperadores romanos germanos en Nuremberg
- la copia de la anterior en la catedral de Cracovia (Polonia)
- la lanza de Etschmiadzin (Armenia) que sería la misma de Antioquía del cruzado Pedro Bartolomé.

martes, 2 de marzo de 2010

La Santa Lanza I


La pasión y muerte de Jesús de Nazaret se describe en:
- Evangelio de San Juan cap. XIX (34,37)
- Evangelios sinópticos de San Marcos (15, 39) San Mateo (27,54) y San Lucas (23,47)

Desde luego, el que se para más en los detalles es San Juan: "uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua". Sin embargo existe otro documento, el evangelio apócrifo de San Nicodemo, llamado a veces Hechos de Pilatos, escrito hacia el siglo IV. Aquí es donde se cuenta que el soldado se llamaba Longino, que era asombrosa mente parecido a John Wayne, excepto que era tuerto a causa de una gigantesca catarata en su ojo derecho, aunque la visión le mejoró cuando las salpicaduras del agua y la sangre de Cristo le hicieron luxar el cristalino.
Los romanos tenían la costumbre de romper las piernas a los crucificados para que al descolgarlos de la cruz, no salieran corriendo. Como era viernes por la tarde y querían marcharse, al último de los crucificados del día, decidieron hacerle la eutanasia clavando una lanza en el tórax, por acabar pronto. Aunque parezca increíble, después de verlo sangrar y expulsar ¨agua¨ por la herida, dedujeron que ya estaba muerto... La verdad es que debieron de pinchar bien poco. El arma reglamentaria del centurión romano de la época llamada ¨Hasta Longa¨consiste en una lanza de con punta de hierro de 25 a 35 centímetros colocada sobre un astil de madera que termina en un regatón metálico con una longitud total de 1,80 a 2,70 metros.

La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine (s. XIII?) cuenta que este Cayo Casio Longino se convirtió en un eremita y vivió en Capadocia. En una miniatura de un manuscrito conservado en la Biblioteca Laurenciana de Florencia, dibujado por un tal Rabulas en el año 586, aparece el nombre Loginos escrito con caracteres griegos sobre la cabeza del soldado que está clavando su Lanza en el costado de Cristo. Es muy interesante que ¨Logje¨ en griego signifique lanza, pero,¿qué fue antes, el huevo o la gallina? (pregunta tonta, primero fue el verbo...). Longino es el tercer nombre o apodo de alguien que se había distinguido en el manejo de esta arma: Cayo Casio Longino (¨el lancero¨), otros romanos podrían llamarse Titus Traviesus (los nombres romanos no suelen engañar). La palabra LONGINO aparece escrita por primera vez en España en el lomo de uno de los toros de Guisando, en un auténtico acto de gamberrismo romano sobre una obra de arte ibera. Casio es un apellido familiar muy frecuente en toda la historia de Roma (siempre hay un Casio Longino al lado de un Licinio Craso) en España y después, como por ejemplo los Banu Qasi de Zaragoza quienes se suponen descendientes de un conde romano llamado Casio. No me extrañaría que el tal Longino fuera un hispano romano destinado en Jerusalen para hacer la mili.

Se dice que Longino falleció mártir en la Anatolia central. La tradición celebra en el 15 de marzo la fiesta de San Longinos, pero se trataría de uno de esos santos que no aparecen en el calendario oficial. De alguna manera, el sarcófago (medieval) de San Longino apareció en el castillo de Vyselvad, en Praga, donde fue transportado al aparecer flotando en el río. En Praga existen tres extrañas iglesias de planta circular, a punto de caerse. Una de ellas, situada en la ciudad nueva, está dedicada a San Longinos.

Como Longino dimitió de su trabajo, supongo que la lanza sería devuelta a la armería. Eso si no se lo quedó el principal coleccionista de reliquias de la época, Jose de Arimatea: cruz, clavos, sudario, grial, corona... El caso es que los cristianos de Jerusalen la tuvieron que esconder muy bien porque entre el 66 y el 70, durante la rebelión judía, Jerusalen y el Templo de Herodes fueron destruidos por el Emperador Tito, por la X Legión. Por si fuera poco, en el año 131, durante el reinado del emperador Adriano, Jerusalen volvería a ser destruida y los judíos expulsados (pero no los cristianos). En el lugar se fundó una colonia romana, Aelia Capitolina. La siguiente noticia de la lanza es que aparece en Tebas, en poder de San Mauricio, comandante cristiano de la legión, que murió mártir presuntamente por orden del emperador Maximiano. A éste le sucedió el emperador Constancio, de la familia Flavia, ¨casado con Santa Elena¨, padres del emperador Constantino. Santa Elena fue una arqueologa vocacional, que excavó Jerusalen y en el 312 encontró la madera de la cruz, los clavos, la corona de espinas y ... la lanza de san Mauricio.

La lanza se quedó para su veneración en la capilla del Santo Sepulcro. Con los clavos, Constantino construyó una corona de hierro que se conserva en la catedral de Monza y otro clavo lo añadió a su propia lanza, Lanza de Constantino.