domingo, 15 de marzo de 2009

Religion mientras el sistema se derrumba


Mientras el Imperio Romano se autodestruía, Mani, nacido en Persia por el 215 inventó una religión algo afín al antiguo mitraísmo, pues tomó mucho de las creencias persas en las fuerzas iguales de la luz y la oscuridad, el bien y el mal.

Mani (cuyo significado es joya) pertenecía a la nobleza parta a la dinastía reinante de los Arzácidas. Maní pasó su infancia y juventud en el seno de una comunidad judía ascética conocida como los elcasitas (les molaba lo esotérico y la mesa de Salomon). Cuando tenía alrededor de 25 años, comenzó a predicar su nueva doctrina, basada en la idea de que podía alcanzarse la salvación mediante la educación, la negación de uno mismo, el vegetarianismo, el ayuno y la castidad…o sea un asco.

Más adelante, anunció que era el Siloh (¡como el hijo de Brad y de Angelina! ah,no) prometido en el A.T., el Último y el Sello de los Profetas, último de una serie de hombres enviados por ¿Dios? que incluía a Set, Noé, Abraham, Shem, Henoc, y Jesús. Pero Siloh egún el Génesis no pertenece a la casa de David...

El emperador sasanida Sapor, fue amigo y protector de Mani y favoreció la divulgación de su mensaje por el Imperio. El hijo de Sapor, Ormuz I, rey de Armenia, era amigo y discípulo de Mani, pero a éste le sucede Bahram I, enemigo jurado de Mani, al que condena a muerte con el apoyo de la casta de los magos del zoroastrismo.

Mani tuvo otros seguidores, como la reina de Palmira (Alejandretta en la ruta de la seda, donde estaba el templario con el Grial), Zenobia, que abrazó la fe de Mani y acometió la empresa de difundirla hacia Egipto y más allá (llego hasta la India y China).

Al dualismo persa, Mani añadió la moral estricta del judaísmo y del cristianismo. Aunque sufrió persecuciones en la misma Persia, el maniqueísmo empezó a difundirse por el Imperio Romano poco antes de que el cristianismo se convirtiese en la religión oficial de Roma (casi empatan). Los bárbaros, con pocas ganas de romperse la cabeza con acertijos, prefirieron la vía fácil del cristianismo, aún en sus versiones heréticas. Diocleciano intentó eliminar ambas religiones sin éxito. El mismo San Agustín tuvo sus dudas, menos mal que estaba su santa mamá para llevarle por el buen camino. En estas cosas perdían el tiempo los romanos cuando lo de las invasiones.

El asunto de la creencia religiosa se basaba en el choque cósmico entre el bien y el mal. Los maniqueos apoyaban lo que ellos creían el Bien, luchando en la batalla universal, y sus enemigos formaban parte de una oscuridad el Mal que estaba condenada a su destrucción final (aunque otros consideran que la norma es un empate técnico). Para quienes adoptan una concepción conspirativa de la historia (el mundo está en poder de una secreta conspiración de hombres malos o fuerzas malas como Bill Gates e Internet), el maniqueísmo presentaba una atracción natural.

2 comentarios:

  1. ¿Y cómo distinguían lo que era el Bien y lo que era el Mal sin una maldita Biblia?

    Aparte, ¿los romanos no estaban todavía adorando al Sol o a dioses egipcios?

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  2. ¿Maldita Biblia? ¡No balasfemes!
    La puta Santa Biblia ya existia en aquella época, bueno, faltaba el N.T. y el Concilio de Trento, pero el tipo se basaba en Zaratrusta y tambien en Buda para la definición de Bien y Mal. En realidad el maniqueismo es como un revuelto de esparragos con huevo y con grelos.
    Por aquella época, los romanos tenían una pequeña crisis de fe, como diria Indro Montanelli (que a veces acierta). Se habían puesto de moda, especialmente entre los esclavos que eran la mayoria (y esto incluye a los docentes y a las chachas que cuidaban de los romanitos) primero el culto de Oriente tipo egipcio y luego los judios, mitraicos y maniqueos. Una cuestion de moda religiosa, el fanatismo vendria después.

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