martes, 17 de marzo de 2009

El Diablo de Maxwell

El Señor Universo esta regido por leyes simples, ucrónicas, pero más o menos inmutables. Una de ellas es la 2ª ley de la termodinámica (ya sé que hay más, pero la Logse no da para tanto). A un tipo llamado Maxwell se le ocurrió llevarle la contraria con una pequeña parábola:

Hace mucho tiempo, en una Galaxia muy lejana, existían dos recintos con gases a idéntica temperatura y presión (ley de Boyle y esas cosas), comunicadas por un agujero con una puerta corredera. El demonio que está en la puerta, como esos guarros que no te dejan pasar con zapatillas a las discotecas, observa las moléculas del gas moviéndose a distinta velocidad según su temperatura. Las moléculas que se mueven más rápido las deja pasar del recinto 1 al recinto 2. Las moléculas más lentas del recinto 2 al recinto1. De esta manera 2 se va calentando mientras que 1 se va enfriando. De esta manera se puede mantener un recinto caliente a partir de uno frío.
Problemas:
  • Algún listo en los años 20 pensó que la energía que tendría que usar el diablillo seria tan grande que no podría mover la puerta.
  • Otros pensaron que las dos habitaciones se enfriarían con el tiempo aunque el tercer elemento, el diablo todavía conservaría el calor excedente (el que se produce por el rozamiento de la puerta al abrirla).
  • Algún toca huevos más moderno cree que es posible algo parecido a nivel cuántico. Yo sustituiría la puerta corredera por una membrana que cumpliera la ley de Fick a escala microscópica. Los corpúsculos más pequeños se mueven más rápido y atraviesan la membrana, los grandes son más lentos y más fríos y se quedan, el resultado es un intercambio perfecto de materia por energía, se restaura el equilibrio ¿cuanto? tanto que la energía que gana una de las salas equivaldría más o menos a la masa en proporción directa al cuadrado de la velocidad de las partículas (en un universo aburrido y triste, la velocidad de la luz al cuadrado, pero requiere mucha matemática para demostrarlo...). La variación de energía sería idéntica en las dos salas, aunque una estaría llena de basura. Por lo menos le hemos dado lo que se merecía al diablo.

Ya tocando los huevos al máximo nivel, la imposibilidad del vacío absoluto debe ser la imposibilidad de llegar a cero grados kelvin. Si existiese un punto de vacío sin materia, ese punto no podría expandirse (moverse, esto calentarse) y el entorno (si lo hay) tendría que replegarse necesariamente sobre el. Como el universo que conocemos, la materia y la energía son habas contadas (no se crea ni se destruye) y la modificación de un punto tiene que influir forzosamente sobre el resto...

Si esta relación establece un sistema de comunicación coherente, un mecanismo consciente (como la relación entre neuronas de un cerebro y sus flujos de iones determinan la acción de neurotrasmisores y el pensamiento) estaríamos ante la más impresionante mente pensante que pudiese existir y existiría desde siempre y todo le pertenecería. Seria omnipotente. Si le apeteciese un helado, bastaría con reunir las partes constituyentes en una región adecuada del señor universo y mandar a la otra sala la energía equivalente y ya está. Para destruir algo, basta con que se desintegren todos sus núcleos atómicos...

4 comentarios:

  1. Esto me recuerda al viejo chiste: se juntan un ingeniero, un físico y un espectrografista y allí no se entera nadie de nada. Luego llega un consultor, dice una gilipollez y le pagan.

    Ahora haré de consultor y diré que el diablo ese es un procesador cuántico de un bit. Necesita por tanto energía.

    Maxwell estaría por tanto despedido, claro que en su época de ordenadores cuánticos nasti de plasti.

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  2. Maxwell no tenia ni zorra, por eso me he inventado lo de las membranas, previniéndome de un comentario de este tipo, aunque a lo mejor no me las inventé yo y hay gente sucia y miserable pensando en el temita desde hace mucho. Es bonito que las membranas esten formadas por cuerdas y la vibración de las cuerdas ocasione resonancias que se agrupan en quarks con encantadores nombres. La sinfonia de la creación.

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  3. La verdad es que los físicos cuánticos han acertado bastante poniéndoles nombres a las partículas elementales. Pero mucho me temo que es el cuento de nunca acabar, yendo cada vez más a identificar los componentes de los componentes elementales de los componentes fundamentales de las partículas, etc. Son refinamientos sucesivos y podemos estar así hasta un microinfinito divergente (concepto que para mi sorpresa me acabo de inventar pero es muy bueno). El cuento de nunca acabar.

    En lugar de construir el Colisionador de Hadrones, deberían leer la Biblia y quemar libros, que mola bastante más. Con toda la pasta que se ha invertido en investigar los principios de la materia, ¡la de bibliotecas que podríamos haber quemado!

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  4. Me parece bien, pero yo decido los libros que hay que quemar...tranquilo Frederico...¿Beavor, adonde vas? Hemos dicho libros, ¿no?

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