martes, 28 de abril de 2009

La tumba de Alejandro Magno I

Guapiño non é, máis tiña pelaxe
El 13 de junio del 323 a. C., Alejandro murió en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia a los 32 años. Existen distintas teorías sobre la causa de su muerte, como el envenenamiento, la enfermedad (se sugiere que pudo ser la fiebre del Nilo (¿una encefalitis que le contagió su caballo?), o una recaída de la malaria (algo más probable).

El 2 de junio Alejandro participó en un banquete organizado por su amigo Medio de Larisa. Tras beber copiosamente y después de su baño, se encontró gravemente enfermo. El 12 de junio, los generales dejaron pasar a los soldados para que vieran a su rey vivo por última vez, de uno en uno. Como estaba demasiado enfermo como para hablar, les hacía gestos de reconocimiento con la mirada y las manos.


La teoría del envenenamiento deriva de la historia de Justino y Curcio. Según ellos, Casandro, hijo de Antípatro, senescal de Grecia, transportó el veneno a Babilonia en una mula, y el copero de Alejandro, Yolas, hermanastro de Casandro y amante del mismo Medio de Larisa, se lo dio a beber. Entre las sustancias mortales que podrían haber matado a Alejandro se sospecha que fueron el eléboro y la estricnina. Contra la teoría del envenenamiento está que pasaron doce días entre el comienzo de la enfermedad y su muerte y en el mundo antiguo y no había venenos que tuvieran efectos de tan larga duración, a no ser que le siguieran suministrando eléboro durante ese tiempo porque lo utilizaba la medicina de la época (el eléboro verde es la famosa hierba valdada y veo muy difícil transportarla desde Mallorca hasta Asia en aquella época...).

En 1998 un artículo del New England atribuyó su muerte a la fiebre tifoidea complicada por una perforación gastrointestinal y parálisis ascendiente (¿Guillain Barré? puede pero lo describirían muy bien las fuentes de la época), explicación que se me antoja harto complicada para una época en que los jóvenes se morían de una amigdalitis... Malas lenguas afirman además que la salud de Alejandro se había menoscabado tras años de juergas (para eso era rey) y a consecuencia de sus graves heridas en los campos de batalla.


Parece que Alejandro quería ser enterrado en el oasis de Siwah, aunque sus generales habían decidido en referendum trasladarlo a Aigai (Vegina), en Macedonia, con sus antepasados los reyes argéadas de Macedonia (se cree que aquí está la tumba de su padre Filipo II). Sin embargo, Ptolomeo, que era el más avispado de sus comandantes, secuestró el cortejo fúnebre y se lo llevó a Egipto. Los autores de la antigüedad han escrito mucho acerca del cuerpo incorrupto, de los restos de un rey-dios, pero en realidad, poseer el cadáver del rey macedonio suponía una forma de consolidar el poder y convertirse en heredero de facto. Durante el reinado de Ptolomeo I fue solemnemente enterrado en Menfis, donde se han encontrado gran cantidad de estatuas y otros objetos y donde parece que existió un lugar de culto.


Ptolomeo II Filadelfo lo trasladó a un mausoleo en Alejandría. Durante el reinado de Ptolomeo Filopator (hacia 210 a.C.) se construyó un nuevo templo gigantesco, con un número innumerable de galerías y cámaras secretas, muy del estilo egipcio. Ptolomeo XI (80 a.C.) que pasaba por problemillas económicos, vendió el sarcófago de oro y lo sustituyó por uno de cristal. Así lo encontraron César y también Augusto, quien quiso rendirle homenaje y al depositar una guirnarla de flores sobre el cadáver, le rompió la nariz. En el siglo III se produjo la rebelión de Alejandría contra la dominación romana y en la destrucción de la ciudad, la tumba quedó enterrada bajo los escombros. De todas maneras el lugar aproximado, se convirtió en lugar de culto, calibrándose el aniversario de la muerte de Alejandro hasta mediados del siglo IV d.C. A principios del siglo V se aprovechó el tirón religioso del lugar para, en una suerte de sincretismo, elevar una iglesia con las reliquias de los santos profetas Elias, Eliseo y Juan.


Posteriormente, el Islam confundió la memoria de Alejandro con la del profeta Daniel y elevó la mezquita de Nebi-Daniel en el lugar llamado colina de los espacios ocultos (Kom-ed-Demas). No me extrañaría que debajo de la mezquita se encuentre la tumba de Alejandro junto al mausoleo de los reyes Ptolomeos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario