domingo, 19 de abril de 2009

San Anselmo de Canterbury


San Anselmo de Canterbury nació en Aosta, en el Piamonte en 1033, en una familia de origen noble. Conocemos el nombre de sus padres, Gondulfo y Ermenberga. Su infancia y juventud es sospechosamente parecida la de San Agustín, con un padre ligado a los placeres terrenales y una madre profundamente religiosa.


Después de estudiar retórica y latín en Bec (Normandía), ingresa en la Orden Benedictina y hacia el 1063 sucede a Lanfranco en el priorato de Bec, al ser éste nombrado abad. Sucesivamente sucederá a su maestro como abad y después como arzobispo de Canterbury (1093). En aquella época, los reyes de Inglaterra ya querían nombrar obispos sin tener en cuenta al Papa y esto le valió un enfrentamiento con la monarquía toda su vida (con los reyes Guillermo I y Enrique de Beauclerc).


El pensamiento filosófico de San Anselmo inaugura la escuela Escolástica y se caracteriza por la búsqueda del entendimiento racional de aquello que por la fe ha sido revelado: "fides quaerens intellectum", trata de racionalizar los misterios de la existencia sin recurrir a la autoridad de la Sagrada Escritura. Hasta entonces, cuando se llegaba a un camino sin salida, se abrigaba en el dogma de fe, y a otra cosa.


En el Monologio: "Todas las cosas buenas se dicen buenas por un único bien, todas las verdaderas por una única verdad". Existe una fuente de esas perfecciones, se le otorga statu ontológico al concepto universal que concebimos en la mente. Las cosas son más o menos buenas según se separen más de esta fuente. Un concepto parecido aparece en la patética película ¨Gabriel¨, aunque dudo que sus autores se dieran cuenta.


Lo más difícil es cuando intenta demostrar la existencia de Dios por la Razón, sin recurrir a la Fe. En el Monologio presenta argumentos "a posteriori", de los efectos a la causa, de las criaturas a Dios (parecido a Descartes). La prueba tiene tres vías y el razonamiento siempre es el mismo:

- vía de la comunicación con el Bien Supremo que tienen las criaturas. Las cosas buenas participan de una única fuente de esa perfección, el bien supremo; porque, si hubieran otras fuentes se requeriría de otra que les participase la bondad y, suponer esto, exigiría un remontarse al infinito de fuentes por lo que no existiría, en realidad, la perfección de la que se hablase, en este caso, la bondad. A esta fuente Suprema de la Bondad le llama Dios. En realidad establece una función lineal entre seres creados y Dios; como todo el mundo sabe, si la derivamos un número infinito de veces, llegamos a cero (San Anselmo no parte de la nada, sino de la creación y tira hacia arriba hasta llegar a Dios).

- vía de la grandeza o participación en el ser soberano.

- vía del ser o de la existencia, en las cuales se siguen aplicando los grados de perfección. La bondad es la idea suprema y todo cuanto existe, surge como una participación de la bondad.


A partir de esta fuente suprema y primigenia de bondad, grandeza y ser, se concatenan una serie de razonamientos que describen poco a poco la naturaleza y atributos divinos, guiando a la conclusión de que Dios no puede carecer de alguna perfección, porque sino no sería Dios.

En el Proslogio desciende de Dios a los seres creados. Parte de que Dios es "aliquid quo nihil majus cogitari possit": algo que no puede ser pensado mayor. Esto constituye el famoso Argumento Ontológico:


1) Todo ser humano puede pensar en un Ser perfecto tal que no existe ningún otro ser mayor que él que pueda ser pensado (aliquid quo nihil majus cogitari possit).


2) Todo lo que existe en la realidad, es más perfecto que lo que existe sólo en el pensamiento, porque la existencia en lo real supone una perfección más que la mera existencia mental.


3) Si ese Ser tal que nada mayor que él puede concebirse existiera sólo en la inteligencia, este mismo Ser del que nada mayor puede ser concebido sería tal que algo mayor que él podría ser concebido en la mente, pero ello es contradictorio.


4) Ergo, dicho ser existe. Solo el concepto implica su existencia.

El argumento descansa en un presupuesto implícito: entre existir y no existir es más perfecto existir (curioso:habla de existencia, no de vida...). Por esto, una cosa que exista en la realidad es más perfecta que aquella cosa que sólo existen en el pensamiento. Este supuesto ha sido criticado por filósofos posteriores (Tomás de Aquino), aunque también existe línea filosófica de renombre que lo acepta (Descartes, por ejemplo).


San Anselmo falleció un 21 de abril de 1109. Fue canonizado en 1494 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1720.

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